Ojo abierto

Buenos Aires, Argentina

  • Blog Stats

    • 789 hits

Flores de Buenos Aires

Posted by Mercedes Quiroga Cortínez en septiembre 3, 2005

“Nosotros no damos información. Somos como el cura confesor: todo, secreto”.

Oscar Mario Churruca, florista, habla de las rosas y espinas de su profesión.

En la esquina de Cabildo y Dorrego, donde se encuentra la estación Carranza, el bullicio de los autos que se dirigen hacia el centro de la ciudad contrasta con los resabios del sector antiguo de Colegiales. Allí se encuentra la Plazoleta Miguel Abuelo, una construcción de suelo empedrado, donde comparten el espacio bajo la sombra de jóvenes gomeros, un bar con mesas en la vereda, un kiosco y el puesto de flores de Oscar Mario Churruca.

El hombre, de sesenta años de edad, lucía canas plateadas y un coqueto pañuelo al cuello. Su vestuario conjugaba con el orden acicalado de las flores y los tachos, los recortes del papel envoltorio y las cintas “moño” puestos en hilera sobre el mostrador de su puesto callejero.

Nació en la calle Santos Dumondt y concurrió a la escuela del mismo barrio, “cuando todas las casitas eran bajas, existían los bodegones, las canchas de bochas…”, rememoró Churruca, mientras sorbía de la bombilla de su mate. “Mi papá trabajaba en un bodegón, en esa cuadra”, señaló, apuntando hacia Dorrego.

¿Cuántos años hace que tiene el puesto de flores?
Hace veinte que estoy en las flores. Anteriormente, trabajaba en pintura, por mi cuenta.

¿Cómo es su jornada diaria de trabajo?
Yo estoy todos los días, desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche. Trabajo doce horas. Antes empezaba a la madrugada, primero iba al mercado… pero ahora, me hago traer las flores por un proveedor.

Seguramente usted sabe quién compra y por qué compra flores… ¿tiene alguna anécdota?
Ahhh, no!!!, advierte, nosotros somos como el cura confesor; todo secreto. Así es el oficio del florista: no podemos hablar. Si un señor me manda llevar un ramo a tal chica o a tal dama, nosotros no damos información: en absoluto. Es una reserva que tenemos nosotros. Es un secreto profesional.

¿Usted, con su experiencia, sabe cuándo se relaciona la flor con “el verso”?
Sí, con la poesía, lo espiritual…

Me refiero a otra clase de verso
Sí, en forma ´versera´. Lógico, hay de todo, pero..

¿Usted se puede dar cuenta de eso?
Sí, soy muy perceptivo, enseguida me percato de muchas cosas. Hay que ver,y según, según la fisonomía de la cara se da cuenta de la gente, vió. Quién es el tramposo, quién es el versero, vió. ¿Me Entiende?. Yo más o menos enseguida lo saco, por la cara enseguida lo saco. Quién es el que compra con sinceridad: si es persona honesta, o es un chanta, un chanta-chanta, vió?

Churruca intercaló el diálogo con saludos a cada vecino que pasaba cerca: “Hola”, “Cómo le va”. También hizo breves pausas para tomar mate. Cuando lo soltaba, frotaba sus manos para enjuagar el frío matinal. En un momento, se acercó una joven para comprar. Interrumpió la entrevista para atenderla. “Hola, cómo te va… ¿qué vas a llevar?”, saludó a su conocida. Le sugirió flores e iniciaron un breve diálogo. Ella le advirtió que tenía que irse rápido al trabajo: “Trabajo nueve horas. No tengo tiempo ni para mí”, expresó la mujer. “Pero vos no tenés tiempo ni para respirar… vos sos la chica diez”, refutó Churruca, agregando: “la vida es una sola… hay que vivir, ¡exactamente!, hay-que-vi-vir”. La mujer sonrió y le entregó un billete, pero el florista hizo gestos de obsequio y no le aceptó el pago. Ella agradeció y se despidió. “Ahh… pobre chica.. Labura nueve horas por día, labura la chica…”, exclamó mientras meneaba la cabeza y retomaba la entrevista.

No es para tanto. ¿Usted cuántas trabaja?

Y…, reflexiona, doce, pero a mí me da no sé que. Me da más lástima otra persona que a mí mismo.(Hizo una pausa para tomar mate). La verdad es que hace como siete, ocho años, que no tomo vacaciones. Acá en la Argentina, ¿qué voy a hacer?. El puesto de florista es muy sacrificado, es muy esclavo y sufrido. Por ahora, estoy bien conservado, pero por ahí, piso un clavo, y me fuí !!, gesticuló direccionando su mano, mirando al cielo, pero no se puede quedar uno quieto, ¿vió?. Si mañana me saco un premio, no voy a trabajar por un tiempo; pero después, tengo que volver a trabajar, porque si no, me aburro.

¿A qué edad empezó a trabajar?
De muy pibe, a los ocho años.

¿A los ocho?. ¿Qué hacía?

Trabajaba en una carnicería, acá, en la calle Zapata. Me levantaba, le digo la verdá, pero no porque mi papá me mandaba; porque yo quería, ¿eh?, era voluntad mía: ¡ a las trés de la mañana me levantaba!. Después cargábamos el carro de caballo de ese tiempo y salíamos con el reparto. A la una entraba al colegio, hasta las cinco de la tarde.

¿Y después?
Me volvía a casa, cuando estaban todos los pibes jugando al fulbo, ahí en la calle. Mi mamá me daba el café con leche, y yo tiraba todo y me iba a jugar al fulbo con los pibes hasta las nueve de la noche, hasta que mi papá siempre me hacia entrar. Los deberes me los hacía mi hermanita, de catorce.

¡Qué bien!…
Sí, mi hermanita. ¿Vió las vías de Dorrego?. Bueno, esa vía agarró a mi hermanita. Ahora, los vecinos parece que logramos que coloquen un puente peatonal. Esa curva agarró a cualquier cantidad de pibes. No sabe la cantidad de accidentes que hay ahí.

Churruca se refería al cruce peatonal de las vías del ferrocarril ubicado en Dorrego y Guatemala, conocido como ´la curva de la muerte´, por la frecuencia de accidentes fatales producidos a raíz del peligroso paso.

Mientras tanto, no paró de intercambiar saludos con los vecinos.

Se nota que usted es muy apreciado en la zona. Tiene muchos amigos, ¿no?
Yo siempre saludo a todo el mundo, a todo el mundo. Qué se yo, en todos lados se cuecen habas, ¿vió como es eso?. Pero la gente, en general, es buena. Trato de tener amigos; tengo esa filosofía. Mi mamá, que falleció hace dos años, siempre me decía: ´en la vida hay que tener amigos, nunca enemigos´.

¿Usted es casado?

No.

¿Vive solo?
Si.

¿Regala flores?
Sí, a veces le regalo a las señoritas. Una flor a una chica, porque está entusiasmado o porque le gustó, se le regala de esa forma sentimental, así en esa forma emocional. También regalo a conocidas, parientes. Pero no es lo mismo, ya es otra cosa.



Eulogio Díaz del Corral: Rosas 86

(óleo sobre tela)

Deja un comentario